Tu cuento antes de dormir

“If You Don't Know Me by Now”

If you don't know me by now
You will to never to never to never know me…

De fondo en la pantallita del metro está el colorin de Simply Reed cantándoles y él le traduce, “Si no me conoces ahora Nunca nunca nunca me conocerás…”, pero ella lo conoce, eso dice él cuando se juntan y ella le cree… ¿Cómo llegaron ahí?, cómo llegaron a esa absurda complicidad que los sigue reuniendo cada tanto…viene de antes, de tan antes, que determinar el camino le significa años, muchos años; se ríe al pensar en década, más de una década, una década antes de esa tarde y las cervezas en el boliche de San Diego.Esto viene de antes, antes,antes del primer hijo, antes de que se casara, antes de la sueca (o era holandesa, parece que austriaca), antes de la que lo dejó por un tubo de pasta de dientes mal apretado. Empezaron a llegar ahí, cuando él la imaginó con una pequeña tanga azul; en las playas de Copacabana o ¿era Ipanema?, pero no hubo playa, ni tanga, quizás un poco de azul…sin playa y el tiempo pasaba los traía y los perdía. Cuando se reencontraron, él se sonrió, ella también, y fue la primera vez que hubo cervezas y algo de la libertad. Llegaron las risas, sin testigos ni curiosos, sólo otros como ellos en un bar, a media tarde en primavera. Y en esa conversación se instaló el deseo, clara y explícitamente, palabras grandes y abrumadoras, palabras contenidas, declaraciones de principios y deberes. Hubo intenciones; un montón de buenas intenciones, provocadoras y radicales. Y un hasta la próxima vez, "hasta que nos podamos ver" hasta que hubo una tarde, una primera y única tarde donde todo comenzó a acontecerles, y se marcaron los signos que serían parte de su ritual… que daba inicio con una llamada y nada más, el resto estaba dispuesto. Hubo un primer beso y a ese le siguieron otros, abrazos y calor, ansias del contacto esperado, de saber, de sabor, y ella labios, labios, labios (ella se piensa labios) lengua y boca, desafiante de los no, y del proceder debido. Y así darse a él, de la manera que le podía, sin cálculos ni planificaciones, sin mediar ningún encantamiento que no fuera piel, ella dispuesta a despertar la intensidad, recorriendo levemente cada espacio que se ofrecía a su lengua húmeda y traviesa y ella jugaba, y él ojos cerrados, absorto, los dientes apretados y más. Más de más, pero nada más, y ella se queda en el centro del gozo y se detiene...labio, boca, miembro, lengua, besos eternos, lamiendo y unas mordidas leves como mariposas y succión precisa, para descubrir, para aprender, aprehender, para quedar prendida, sostenida, detenida, fijada ahí. Como Geisha, como una perversa señorita, maldita en la boca, bendiciendo el fruto del éxtasis. Y luego el sabor, su sabor; el de él en ella. Y ella se ríe, sin saber que esa será la primera de tantas veces. Donde habrá de todo, pero no habrá nada más. Y comenzó ella a esperarle y él a no llegar… Y ahí están ahora los dos, parados en el metro, mientras ella recuerda, y vuelve a sentir en sus labios ese especial sabor, que tanto conoce, y se vuelve a reír por lo acertada de la canción porque ella sabe que él nunca nunca la conocerá. Y mientras pasa una bandada de ángeles entre los dos y él vuelve a su hogar, ella sigue viajando y se vá pensando en todas las otras partes que quedan por descubrir.