domingo, 13 de agosto de 2006

El Regalo (escrito por K.)

Madrugada del 1 de Agosto. La aurora comienza a venirse entera sobre las ventanas, la hierba y los techos de la casa. Ya todos se fueron y el silencio reina como si fuera un gran señor omnipotente ocupando todos lo rincones. Los cristales rotos de algunas copas sobre el piso, globos azules suspendidos en las esquinas, mesas sucias, sillones tapados de papel picado, son parte del desolado escenario. Ella está sola, de pie, al centro de la gran sala, junto al recuerdo del ruido de esa masa de amables personas que encontraron en su fecha, en sus treinta y cinco años un motivo más para intentar ser fugazmente felices. Ellos seguramente hoy están pensando en su próximo desembarco de plástica dicha. Seguramente el candidato a quién abrazar y besar y desearle todo lo mejor del mundo sea otro ahora. Así sucesivamente, esa gran ola feliz de personas irá saltando de piedra en piedra, de casa en casa, con sus sonrisas "honestas", inundando momentos y extinguiendo su cola de colores más pronto que lo que uno espera.

Pero todo no es tan triste o vacío ahí. No, porque existe alguien más, está afuera, cerca del jardín. Una pequeña persona está arrodillada admirando el brote de una flor gris, mira al cielo con respeto y sonríe al ver los pájaros volar. Usa un abrigo rojo y de lejos no se alcanza a distinguir si es niña o niño.

Esa pequeña persona saca de pronto algo de su bolsillo. Es una caja dorada, que contiene algo, que tampoco se consigue ver desde ahí que es. Ella avanza, sale al jardín y decide enfrentar lo que ve. Camina rápido mientras le lanza un llamado de alerta. A medida que se acerca lo que está dentro del abrigo rojo se escabulle entre las plantas y desaparece. Solo quedó la pequeña caja dorada y el abrigo rojo sobre el húmedo césped. Ella tiene pánico, queda inmóvil, no entiende que ocurre. Después de algunos minutos, lentamente se acerca, recoge ambos elementos y siente entre sus carnes correr una energía diferente, es como si un suave fuego circulara por sus venas. Ella coloca el abrigo sobre su espalda, se sienta y comienza a abrir lentamente la caja. Ella está extrañamente feliz, siente que no hay más mundo que ese instante, que esos segundos de ansiedad. Dentro de la caja descubre algo antiguo, un objeto que ella perdió a los siete años. Una medalla que sus Padres le habían regalado. Ella miró iluminada hacía el cielo, con lágrimas corriendo sobre sus mejillas. Ella miró también el brote de la flor gris y no sintió temor.

Ella encontró su regalo en el jardín, uno de verdad, esos que duran para toda la vida. Esos que se disfrutan a solas, sin gente, sin abrazos, sin ruidos. Un regalo que viene viajando desde el año setenta y ocho. Algo tan simple, pero tan universal. Ella se conecta otra vez consigo misma, con su verdadera casa, con la única felicidad, con su solitaria niñez.

Kristian Zahn.

7 comentarios:

César-in dijo...

¡Uy, amiga! ¡Qué regalazo! Es decir.. que la figura inicial dentro del abrigoooo. Ummmm.
Un besote y me elagra que la fiesta diera para tanto.

Porrita dijo...

este si q es un regalo mágico, lindo lindo, a la altura de la cumpleañera.

un abrazote

Águila libre dijo...

Te deje comentario en el post anterior, genial, y el término también, volver a la niñez, a tu pureza de niña, eso es especial y muyyyyyyy lindo.

Cariños

María Paz

♦♦♦sol☼de☼soles♦♦♦ dijo...

Bellísimo texto... amiga, te dejo
besos. Que tengas una hermosa semana... ah, pero sin perderse mucho de uno.

Lautaro dijo...

Siemprecita gozadora,
Muy lindo regalo, te lo mereces, mucho mucho.
Kristian escribió un muy buen texto que te llegó a lo más profundo.
No sé cuál podría ser mi regalo este viernes. :D
Bear hug,
Eleu

♦♦♦sol☼de☼soles♦♦♦ dijo...

Pasé a dejarte besos amiga y por favor, no te pierdas.

V dijo...

Así que compartimos gustos literarios??
Me parece muy bien.

Cuando descubrí a Bolaño se me cayeron TODOS los escritores. Me desgarra.

Gusto en conocerla