Camotes en la ventana

A veces cometemos errores, si, errores, fallos, no calculamos bien, no presentimos las señales y nos metemos entre las patas de los caballos. Mi mami dice que eso ocurre cuando somos jóvenes, cuando no tenemos experiencia. (Mi mami es sabia). Lo que mi mami no me dijo fue la parte de que los errores siempre van a estar ahí; y cuando menos lo esperamos, vuelven para recordarnos que en algún momento la jodimos, que nos la hicimos difícil, y eso siento ahora, un profundo sentimiento de error, una sensación de deja vú, demasiado opresiva e ingrata.

No puedo decir que me siento culpable, ni nada que se parezca, era joven e inexperta (que cliché suena eso), y nunca he dominado el uso de la bola de cristal, pero si algo de karma traía en deuda, creo que ya acabé de pagarlo, ese error se cobró en mí. Pero mi error tiene nombre y apellido, y figura por la vida con apariencia normal, sin embargo cada tanto reaparece para recordarme que no puedo pretender calma, que él se hará cargo de molestarme y dañarme todo lo que pueda y más, de cobrarme cada minuto que estuve en el error.

Y eso duele, tanto como saber que los errores no te involucran solo a ti, también a quienes amas y debes proteger ya que a ellos también les cobra, por extensión.

Y ahora acá, siento que otra vez tengo que ponerme la armadura, apretar los dientes y salir a guerrear. Porque mi error me la puede hacer difícil, porque ya me hizo todo el daño que podía y tengo saldo a favor de sufrimientos…y esta vez no estoy dispuesta a dejarme ganar…